Lalia González Santiago
(La Voz)
Por mucho que se difunda mil veces un mensaje, no se convierte en realidad. Aunque lo quisiera Goebbels, con perdón. O sea, que aunque Cabaña y Pérez Peralta, sobre todo, se empeñen en repetir como un mantra, en sus múltiples y estratégicas apariciones en el «candelabro», que todo está tranquilo en el PSOE gaditano y que sólo hay, más o menos, inventos de los periodistas, no se lo creen ni ellos que, entre tanto, contribuyen de manera fría y calculadora a agitar el avispero a su conveniencia.
«Está fea la cosa en Cádiz», decían el otro día en Sevilla fuentes socialistas muy autorizadas, que no dudaron en hablar de «tensión», y dura, en la ejecutiva pasada. A esos niveles se sabe muy bien qué sucede aquí y sobre todo quién es quién, de dónde viene y de qué va. Las ideas están claras. Por ejemplo, se aprecia a Pizarro, se descarta a Chiqui Pérez Peralta porque no da la imagen de un partido de gobierno, se recuerdan los vaivenes de Cabaña de una a otra «familia» socialista, hasta no saber muy bien dónde está de pie ahora. Aunque al secretario provincial no le faltan tablas, ni labia, para intentar reconducir la situación, la impresión es que lo tiene crudo. Las cosas de la política: él que contribuyó a renovar su partido más de lo que antes se había hecho, y que enarbola los nombres de los alcaldes de Sanlúcar y Barbate como victorias personales, puede quedar como el mayor resistente a dejar la poltrona. (…Más información …)