OPINIÓN


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El periodista de investigación llevaba una gabardina larga color chocolatito, unas gafas oscuras (por no decir negras, que después te llaman racista) y el periódico de la empresa para la que trabajaba doblado en el bolsillo derecho de la gabardina. En Cádiz, en el mes de julio y con el Vespuchi lleno de niñas pijas con tirantitos, que alguien lleve una gabardina es de lo más normal, “aquí nos disfrazamos todos", que diría Julio Pardo.
El caso es que el periodista de investigación había recibido una llamada anónima alertándole de un posible caso de corrupción urbanística en la capital y estaba a la espera de que llegara un conocido promotor de la ciudad con un maletín lleno de billetes que dejaría olvidado casualmente debajo de una de las mesas del restaurante El Miami. (…Más información …)